domingo, 14 de febrero de 2010

Una unión anónima.



Hace tiempo que lo conozco, pero en realidad no lo conozco.
Algo extraño me sucede, me atrapan sus palabras, es como leerlas y sentirlas mías pero no reconociendo en ellas mi escritura.
Soy solo, se dice y me río sola, muy sola en estas cuatro paredes mías que también me cobijan y me río de la coincidencia de llamarme sola también.
Estar es una cosa, pero ser… ¡Puta!, eso cuesta muchísimo más.
Es como digo yo, “no es lo que hago sino lo que soy” y pienso en el porque de “ser solos”… que locura, ¿no? ¿A qué le tendremos tanto miedo que cerramos esa puerta al compromiso de no estar y de elegir ser poniendo esa pared que haremos tan difícil derribar?
Y no dejo de conmoverme y no puedo dejar de leerlo y una soledad extraña me esta atrapando hace días y siento que no soy dueña de mis acciones, que ya no sé qué o por qué elijo sino que simplemente necesito accionar. El vacío me carcome. Pero, ¿por qué?
Hoy pensaba, ¿qué hace la gente cuando no tiene nada que hacer? Podemos elegir qué hacer, tenemos la capacidad de decidir; el tema es decidir qué.
Me movía impávida entre la gente sintiéndome un fantasma, que podía ir adonde quisiera, cuando quisiera, que en la siguiente esquina podría cambiar mi rumbo… porque iba sin rumbo. ¿Acaso lo perdí o simplemente estoy desorientada?
Pero me estoy yendo del tema, el tema era él no yo. ¿O el tema sigo siendo siempre yo?
No quiero pecar de molesta o de atrevida, pero de alguna forma todas sus palabras hoy me hicieron compañía. Porque me hallo en ellas, porque hay algo que sigo encontrando inentendible de la vida… porque la sigo transitando con rumbo a la vista pero sin camino marcado, sin huellas que seguir.
Me siento sola pero entiendo que es donde más construyo, donde soy más yo, donde careteo menos; soy más ajena, menos simpática pero más auténtica.
En realidad en donde soy yo, pero… no sé, quizás encontrar las soledades que encierran las palabras de otros hace ver en las mías menos soledad. O son las mismas y se unen para entender que no estamos solos, que en realidad sí, pero que hay otros que se sienten solos también. De eso nace la unión.
Una unión anónima, pasajera tal vez, pero unión al fin que hace que este vacío se llene por un instante y que mis dedos fluyan en el teclado como si no pudiera parar, como si quisiera gritarle al mundo que acá estoy, ¿no se dan cuenta?
El arte me llena de máscaras y a la vez me vacía de ellas para la vida real, allí donde no debería jugar pero lo sigo haciendo.
Gracias. Gracias por la locura de hacer llegar al otro tus pensamientos y de alguna forma extraña hacerlos suyos también.
Al buscarte encontrás al otro y el otro al buscarse te encuentra.

Winona.
14/02/2010

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