lunes, 4 de julio de 2011

Cantando con Adriana





Poder ser testigo de la ilusión de un niño siempre es algo que a uno le genera una inmensa felicidad. Poder compartir esa magia con la que ellos esperan ansiosos la llegada de un momento, una sorpresa, algo o alguien es meterse un poquito en su mundo, es volver a la infancia. Es perder la vergüenza, es animarse a más, es dejar de ser adultos por un rato y romper las estructuras diarias con las que vivimos.
Todo eso me sucedió esperando que comenzara el show de Cantando con Adriana, espectáculo que ya había visto algunos años atrás y que me había parecido maravilloso. Una conjunción de personajes que nos deleitan interactuando con Adriana de una forma cálida y divertida, promoviendo la imaginación y la simpleza en cada juego, con ese “algo” de los espectáculos de antaño que me sigue fascinando. Canciones que nos enseñan, que nos divierten junto a un equipo coreográfico que se destaca durante toda la obra. La escenografía me pareció increíble, la ambientación, los colores, paneles que suben y bajan formando otros escenarios, permitiéndole a los personajes el juego de aparecer y desaparecer.
En una era tan “tecnologizada”, de tantos avances y con tantos juegos electrónicos nuevos yo sigo agradeciendo que no se pierda la magia, que se sigan realizando espectáculos infantiles donde se les dé a los chicos las herramientas para que ellos mismos construyan sus propias aventuras, escriban el cuento, canten la canción, bailen disfrazados jugando a ser otros.
Destaco enormemente el homenaje a María Elena Walsh a través del teatro negro y con un compilado de canciones que los grandes sabemos de memoria y que cantamos junto a nuestros hijos generando una complicidad que siento que nunca acabará. Porque las grandes canciones son para siempre. Agradezco ese pasaje y fue imposible hacerse ajeno a la emoción que a cada uno de los presentes nos generó.
Otra “frutilla del postre” fue la canción que Adriana interpreta junto su hija, que integra el cuerpo de baile, acompañada por su padre en los teclados y que su letra es de una profunda emocionalidad; el descubrir o imaginar a una mamá cuando era niña y los juegos a los que jugaba y es un viaje en el tiempo y los recuerdos y es sentirse chiquito otra vez y qué maravilloso que eso suceda. Cuántas imágenes, cuánta revolución interna.
Tuvimos el agrado y la posibilidad de conocer a la maestra jardinera creadora de este mágico mundo en su camarín y obviamente fuimos acompañados por los pequeños que sonrientes y felices la saludaban. Tan cálida, tan sensible me pareció que fue un punto más por el que claramente recomiendo este show. Un disfrute cargado de emoción para toda la familia.

Winona.

CANTANDO CON ADRIANA*
"Fiesta de disfraces"
Teatro Astral - Av. Corrientes 1639
Capital Federal
Sábados y Domingos 16hs

*Declarado de Interés Cultural por la Honorable Cámara de Diputados de La Nación por su aporte a la cultura y a la educación de los niños.